
* ¿José Gregorio enamorado?

José Gregorio Hernández 1886 Foto inédita

¿José Gregorio enamorado...? ¿"unas niñas" son su punto débil?
El 24 de Octubre de 1888 se encontraba José Gregorio en los Andes venezolanos ejerciendo recién graduado, su profesión de médico rural, y tan solo faltando 4 días para su cumpleaños número 24, le escribió esta carta dirigida a su amigo Santos Aníbal Dominici, en ella entre otras cosas, le pregunta por unas jovencitas de Caracas de una forma <<muy especial>>.
Isnotú, Octubre 22 de 1888.
Sr. Santos A. Dominici. Caracas.
Muy querido amigo: Desde el 18 del presente me encuentro en este
lugar, como te decía en una de mis anteriores...
Antier te puse un telegrama puede ser que no lo hayas recibido: también
telegrafié a Misia Pepita a Antímano.
Estoy loco por saber los nombramientos universitarios; mándame el decreto
inmediatamente que salga: ya que tú comprenderás que estoy muy intranquilo,
aunque Rojas ofreció a tu papá dejarlo en el rectorado; pero con estos hombres
no hay seguridad y dicen hoy una cosa y mañana otra.
Las niñas de aquí son muy simpáticas y agradables; bailan muy bien, si me sigo
por la única con que he bailado una noche aquí en casa con piano: me aseguran
que hay otra que baila muchísimo mejor que la niña con que bailé; me he hecho
muy amigo de esa afamada pareja y me ha prometido que en el primer baile que me
encuentre con ella tendré la segunda pieza: se llama María Reimi y es prima de
la novia de Eduardo Dagnino...
Aquí llegaba cuando recibí dos cartas tuyas: la una fue aquella, fecha 16 de
setiembre, que me faltaba según tu cuenta: figúrate que la recibí con sellos de
Nueva York. Me ha gustado mucho tu idea de enumerar las cartas como haces con
la que fecha ocho de octubre; es la quinta que recibo. Yo los domingos voy
temprano a Betijoque a buscar mis cartas, porque de Maracaibo viene el correo
ese día, y en la desesperación de llegar pronto medio mato la bestia y camino
en veinte minutos -reloj en mano-...
Me ha ofendido el sustituto que, según me dices, me puso el doctor Morales;
déjalo quieto que ya se arrepentirá lo suficiente, como todo el que por
desgracia trata a semejante persona: déjalo quieto.
¡Oh, dichoso tú, que pisaste por fin la casa de la sin igual Antonia! Trata
siempre de hacerte íntimo de allá: ésa es gente, y por esa razón puede
tratarse...
Nada me has vuelto, a decir de las niñas Elizondo: supongo que todavía son
amigas de la casa. Tampoco me has vuelto a dar noticias de Richardini ni de su
hermana, descuido mil veces imperdonable puesto que tú sabes toda la
importancia que doy a un párrafo en que se trate de estas personas, y que me
interesa mucho saber todo lo que tenga relación directa o indirecta con ellas:
tú sabes, ese es mi punto débil...
Tu amigo que te abraza
Hernández
Alfredo Gómez Bolívar