<<Devoción Infantil>>

10.08.2018

Desde muy niño José Gregorio dio muestras de su inclinación religiosa. De sus padres y de su tía paterna, María Luisa, había aprendido a escuchar la Santa Misa; y había adquirido las costumbres piadosas de su madre de visitar y ayudar a los pobres y enfermos.

En aquel tiempo de su infancia José Gregorio, trabajaba en su casa como doméstica, una viejita negra y delgada llamada María de los Santos Linares. A pesar de sus años era ágil, alegre y sentía especial cariño por José Gregorio.

Intrigada con las salidas que el niño hacía todas las mañanas, cuando aún no había amanecido, se decidió en una ocasión seguirlo.

El niño tomó la calle arriba, sin saber que era seguido por la buena sirvienta. Al llegar a la Iglesia, José Gregorio entró. La doméstica, entró también en el templo, y encontró al niño, de rodillas frente a la imagen de la Virgen del Rosario. Fue tanta la devoción que vió en los ojos de José Gregorio, que no pudo menos que arrodillarse ella también y unir con él sus plegarias a la Virgen.

Anécdotas Tomadas de:

María Eloísa Álvarez del Real "Vida y Obra de José Gregorio Hernández" 1988 Editorial América, S.A.

Alfredo Gómez Bolívar

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